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Uno de cada cuatro adultos sufren alguna intolerancia alimentaria. Es una patología común y los síntomas más frecuentes son la hinchazón abdominal, los gases y el cansancio sin razón aparente El 20 % de los adultos y el 33 % de los niños tienen dificultades para digerir la fructosa, aunque la mayoría lo desconocen. Es importante conocer qué es la intolerancia a la fructosa y cómo se detecta.
Cómo diferenciar una alergia de una intolerancia
La malabsorción de la fructosa es como se denomina a la dificultad del intestino para metabolizar este hidrato de carbono simple. Al no asimilarse en el intestino delgado, la fructosa pasa al grueso, causando diferentes molestias gastrointestinales.
En estos momentos, la prueba diagnóstica que se utiliza para detectar esta intolerancia es la del test de hidrógeno espirado, ya que la actividad de las bacterias que están presentes en el intestino genera hidrógeno.
Se trata de una prueba médica relativamente sencilla que consiste en administrar una solución con fructosa para, a continuación, recoger a través de la espiración una muestra de aire.
Si se confirma que el paciente no tolera la fructosa, debe reducir la ingesta del azúcar de mesa y los alimentos que contienen estos azúcares simples.
Es importante conocer qué alimentos contienen fructosa y, en caso de sufrir intolerancia, cómo se pueden sustituir. Los más ricos en este hidrato de carbono simple son los siguientes: bebidas azucaradas, miel, mermelada, chocolate, fruta en almíbar... Las verduras, legumbres, frutos secos y frutas sí tienen fructosa, aunque en cantidades mínimas.
Uno de los edulcorantes que las personas con intolerancia a la fructosa mejor toleran es el sirope de arroz. Se elabora a partir del arroz y es totalmente natural. Se extrae al cocer el arroz con brotes de otro cereal, hasta obtener un líquido de color marrón.
El sirope de quinoa también es muy buena opción. La quinoa es un grano seco que se utiliza para multitud de fines.
Y, por último, el eritritol, que aparece de manera 100 % natural en alimentos como las fresas o el melón, y que también se puede extraer del maíz y de las setas. Apenas tiene calorías y no afecta a los niveles de azúcar en sangre.
Ahora que conoces qué es la intolerancia a la fructosa, es importante que, ante la más mínima señal de alerta, acudas al médico a la mayor brevedad. Recuerda que los síntomas más frecuentes son el dolor abdominal, los gases, la diarrea y las náuseas. El médico te realizará la prueba diagnóstica y, si se confirma que tus células intestinales no son capaces de absorberla, debes tomar los sustitutos de la fructosa. ¿Te han diagnosticado intolerancia a la fructosa? ¿Cuáles son tus síntomas?
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