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Antes de los años 60, los aditivos se añadían sin ningún control a los alimentos procesados. Posteriormente, estas sustancias han sido asociadas con la aparición de trastornos como cáncer, fracaso de los regímenes para adelgazar y problemas cardiovasculares, hormonales y neurológicos.
Por ello, ha surgido una regulación en torno a sus efectos, gracias a la cual la FAO y la OMS determinan cuáles aditivos son lesivos y cuáles no y en qué cuantía.
Estas sustancias no poseen valor nutritivo, pero son añadidos a alimentos y bebidas procesados durante el transcurso de la fabricación para mejorar sus características organolépticas, su textura o su conservación.
Por ello, se encuentran únicamente en los alimentos procesados y nunca en los naturales. La etiqueta de estos alimentos procesados debe reflejar el uso y la cantidad de los aditivos contenidos. Esta información también debe hacer constar también su origen: si provienen de síntesis química o si son productos colorantes o conservantes que se encuentran de manera natural en plantas o animales.
En España, la normativa dicta que los siguientes alimentos, entre otros, no deben llevar aditivos de ninguna clase en su composición: leche, kéfir, yogur, frutos secos, hortalizas, miel, huevos, setas frescas y cereales.
Los aditivos toman sus nombres de la función que se busca que realicen en los alimentos que los contienen; algunos de ellos son:
En algunas circunstancias se ha detectado una relación entre el aditivo o su exceso y ciertos efectos lesivos para el organismo. Es el caso de:
El conocido condimento asiático se ha relacionado con la hiperactividad en niños. También su uso guarda correspondencia con la falta de saciedad, que conduce a la incapacidad para seguir un régimen para adelgazar. Esta sustancia, llamada igualmente GMS, es responsable de lo que se conoce como síndrome del restaurante chino, que conlleva sudoración, taquicardia, enrojecimiento, cefalea y urticaria.
Utilizado en bollería y tortillas, actúa en el organismo como un estrógeno sintético. Por ello es capaz de acelerar el crecimiento de tumores, entre ellos el cáncer de mama.
Es un saborizante de amplio uso. Se encuentra principalmente en las patatas fritas y las carnes procesadas. Es capaz de alterar los niveles de testosterona y de hormona tiroidea y es un posible carcinógeno.
Es un conservante que preserva los alimentos. Perjudica la coordinación motora, produce cambios en los niveles de hormona tiroidea y hay varios indicios experimentales de que se relaciona con cáncer de pulmón e hígado.
Utilizados como saborizantes, colorantes y conservantes, se añaden principalmente a las carnes procesadas. En reacciones químicas pueden formar nitrosaminas, que son sustancias carcinógenas relacionadas con tumores malignos de cerebro, estómago y esófago.
Se utiliza para que la masa de panes, galletas y bizcochos suba durante el horneado. Es capaz de alterar el ADN y de causar toxicidad renal.
Es un saborizante de las palomitas que se preparan en el microondas y algunos quesos. Se le ha relacionado con cambios irreversibles en el tejido pulmonar y su función, ya que produce una inflamación crónica de las vías respiratorias.
Con la información proporcionada, es evidente lo importante que es revisar muy bien las etiquetas que llevan todos los alimentos. ¿Algún comentario o pregunta? Recibimos sugerencias de quien se brinde a contactar.
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