El Peso Justo
tu blog para sentirte bien
El Peso Justo
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Suena utópico ¿verdad?. Muchos estaréis leyendo ésto con suspicacia, esperando el momento en que os intente vender el último producto estrella que usan las celebrities o un traje aeroespacial que trabajará tus abdominales, biceps y triceps mientras tu comes patatas tumbado en el sofá.
¡Pero no es así!, hay cierto trucos sencillos que podemos realizar a la hora de sentarnos en la mesa del comedor y que, además de facilitar nuestra digestión, pueden ayudarnos a perder peso.
Éste puede ser uno de esos momentos idóneos para darle “un buen saque” a la botella de dos litros de agua que nos hemos propuesto beber a lo largo del día.
De este modo conseguimos momentáneamente un “efecto colchón” que ayuda a que nos sintamos más llenos y en consecuencia, comer algo menos.
Muchas veces tenemos una falsa sensación de hambre, que en realidad es sed, así que este vaso puede ahorrarnos abordar el plato de comida como si llevásemos un mes sin comer.
Conversaciones profundas, leer el periódico, ver la tele, el móvil, o dar el último repaso a los apuntes antes del examen mientras comemos puede hacer que la ingesta sea mayor.
Aunque las mujeres alardeemos de poder hacer varias cosas a la vez, dudo que nuestro cerebro sea capaz de disfrutar y ser consciente de cada cucharada mientras discutimos con el presentador del telediario.
Nuestro cerebro prioriza la información que recibe y cualquiera de estos estímulos externos suele resultar más interesante que el plato que estamos consumiendo a partir del tercer bocado, cuando nuestros sentidos "se acostumbran". Al perder esta consciencia sobre lo que estamos haciendo, muchas veces comeremos de más.
¿Nunca te ha pasado que en las comidas familiares comes mucho más que a diario y lo notas en forma de dolor de barriga un rato después de acabar? Además de que tu abuela insistió en freírte un huevo después del postre, buena parte de la culpa de este empacho se debe a haber comido más de lo normal al estar entretenido discutiendo con tu cuñado.
Por normal general, la sensación de saciedad aparece a los 20 minutos de haber empezado a comer. Si comemos muy rápido, no daremos tiempo al organismo a que nos envíe la señal de "¡suficiente!" y seguiremos comiendo en exceso. El tiempo ideal para dedicar a cada una de las comida principales es de entre 30 y 50 minutos.
Además, recuerda que a lo largo del tubo digestivo no vuelves a tener más dientes, por lo que una buena masticación facilitará mucho el proceso de digestión.
Un truco muy extendido que nos ayudará a evitar los casos anteriores es contar mentalmente 20 masticaciones antes de tragar cada bocado.
A veces es bueno engañar un poco a nuestro cerebo. Si usamos un plato más pequeño tendremos la sensación de haber comido más.
Lo de que "comemos con los ojos" es una gran verdad, pero yo aplicaría esta expresión también a los 4 sentidos restantes.
Para quedar verdaderamente saciados deberíamos satisfacer a todos nuestros sentidos.
Esto se consigue elaborando platos coloridos, bien presentados, con diferentes sabores, olores y texturas.
Programa tu menú de manera que el primer plato esté compuesto principalmente por verdura, y deja la proteína y los carbohidratos (y por qué no, ¡más verdura!) para el segundo.
Este truco puede ser muy beneficioso para aquellas personas que se enfrentan a cada comida con ansiedad. En el momento de abordar el segundo, que incluye los productos más energéticos, ya se habrá apaciguado buena parte de esta ansiedad, será más consciente de la ingesta y tendrá más capacidad para moderarla, al no estar actuando por impulsos.
El estrés y la ansiedad normalmente vienen de la mano, y como acabamos de ver, ésta puede ser criminal a la hora de sentarnos a comer.
Deshacerse del estrés puede resultar complicado para aquellas personas que comen en el trabajo, ya que resulta difícil desconectar del todo.
Si perteneces a este grupo, lo ideal sería que cambies de edificio o comas en el exterior, pero en la mayoría de los casos resulta inviable. Lo que sí puedes (y debes) hacer es buscar un rincón que identifiques como “relajado”, y si comes con compañeros evitar los temas relacionados con el trabajo. Es preferible que les cuentes tus planes para el fin de semana o tu opinión sobre el último capítulo de vuestra serie favorita. (Si alguien del grupo aún no ha visto ese capítulo es preferible que optes por la opción del “fin de semana” o posiblemente el que tendrá una mala digestión será tu compañero).
También es importante buscar un momento de relajación después de las comidas, que pueden coincidir con el momento del café. Favorecerá tu digestión y te ayudará a evitar problemas digestivos.
¡Lógico! Casi más importante que elegir bien el tipo de alimentos que comemos es elegir bien la técnica que utilizaremos para su preparación.
Entre unas técnicas como la plancha, hervido o al vapor y otras como frituras, guisos y en salsa, podremos estar multiplicando por 4 las calorías que consumimos.
Aunque los más incondicionales de la cocina "remojada" en aceite relacionen estas técnicas de cocina saludable únicamente con pechuga de pollo a la plancha, podemos conseguir unos menús muy variados, apetitosos y sobre todo, poco calóricos y saludables.
¿Estás preparado para "perder peso sentado"?
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