El Peso Justo
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Muchas personas se preocupan por su salud, pero no tantas son conscientes de la relación directa que existe entre esta y la felicidad. Para que este estado de ánimo forme parte del día a día, se pueden seguir los siguientes consejos.
Suena a tópico, pero es una forma egoísta de incrementar la felicidad propia y aportar un pequeño granito de arena al estado de ánimo de los demás. Este gesto puede ser dar una limosna o, simplemente, decir una palabra amable o ceder un asiento.
Hay estudios científicos que demuestran que ayudar a los demás aporta significado a la vida, reduce el estrés y mejora el estado de ánimo.
Este es uno de los mejores hábitos para ser feliz. Dormir está relacionado con la productividad, el buen humor y el optimismo. Cumplir con un horario de descanso facilita que por, la mañana, tanto el cuerpo como la mente estén más saludables. En cambio, no hacerlo puede provocar irritabilidad, depresión o dolor de cabeza, entre otros síntomas.
El punto diferenciador puede estar en acostarse una hora antes de lo que se acostumbra.
Cuando una persona es agradecida por su vida y por lo que le pasa, mejora el estado de ánimo. Además, hay estudios que demuestran que sentirse agradecido mejora la percepción de felicidad. Dar las gracias purifica y permite experimentar emociones positivas. Por lo tanto, una sencilla práctica es escribir o pensar antes de ir a dormir tres cosas por las que estar agradecido.
Si durante la semana no se puede disfrutar de la naturaleza o de un paseo tranquilo para cargar energía, el fin de semana es ideal acudir a un parque, a un enclave rural en el campo o a una playa para mejorar la salud mental y ser un poquito más feliz.
El silencio reduce los niveles de estrés y tomar el sol contribuye a mejorar la salud ósea y prevenir la depresión.
Aumentar las relaciones sociales y pasar tiempo con las personas que importan produce una sensación de bienestar y satisfacción difícilmente igualable. Las obligaciones diarias interrumpen estos fabulosos hábitos.
Está demostrado que las personas que mantienen fuertes relaciones no solo son más felices, sino que viven más tiempo.
Los objetivos marcan una dirección y aportan satisfacción al alcanzarlos. Son una gran motivación, pero deben establecerse metas reales para no sentir ansiedad o estrés. Las expectativas poco realistas acaban en decepción.
Estos objetivos no tienen por qué ser profesionales, sino que pueden ser planear unas vacaciones, pasar una tarde con los amigos o ver una película.
El ejercicio no solo busca aumentar la masa muscular, sino que también promueve la felicidad y tiene muchos beneficios para la salud mental. Se aumenta el sistema inmunitario y libera endorfinas que provocan una sensación de euforia.
El aprendizaje afecta al bienestar positivamente, ya que mantiene activa la mente y fomenta la autoconfianza y la motivación.
Para mejorar la felicidad interior se deben controlar los pensamientos. La meditación es un vehículo perfecto para reducir el estrés, mejorar la concentración y la felicidad. Hay estudios que demuestran que al meditar se modifica la estructura cerebral. Crecerán las áreas asociadas a la conciencia, la felicidad y la compasión y se reducirán las del estrés.
Como los pensamientos definen el estado de ánimo, un recuerdo agradable desencadena sensaciones positivas. Por lo tanto, recordar situaciones graciosas, escuchar música o un chiste que estimule la sonrisa conducirá a una mayor felicidad.
Rodearse de personas felices hará que se contagie. Cuéntanos, ¿qué haces tú para estar feliz a diario?
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